Pasar de Windows 7 a Windows 10 o 11 (W10 o W11) es como despertarte un día y descubrir que tu auto ahora tiene un chofer contratado por Microsoft. Vos pagaste el auto, sí, pero él decide a dónde ir, cuándo frenar y si podés encender el aire acondicionado.
En Windows 7, el mundo era simple: hacías clic y las cosas pasaban. En Windows 10 o 11, hacés clic y el sistema te pregunta tres veces si estás seguro, te pide tu contraseña, un código por SMS, una firma digital y la bendición del santo patrono de la nube. Todo “por tu seguridad”, claro.
De golpe, lo que antes era tu PC ahora es un rehén del sistema operativo. El escritorio parece tuyo, pero no te confíes: detrás está el Gestapo de las actualizaciones automáticas, listo para reiniciarte el equipo justo cuando tenés algo importante abierto.
Y no olvidemos la joya de la corona: la cuenta Live de Microsoft. Esa puerta mágica que te promete acceso al paraíso digital… si lográs entrar. Porque, por alguna razón mística, nunca inicia a la primera. Es como una relación tóxica: te pide compromiso, te roba tus datos y, cuando más la necesitás, te deja afuera bajo la lluvia.
El mensaje en W10 y W11 es claro:
«Arriba las manos, usuario. Esta computadora ahora pertenece a la corporación.»
Querías cambiar el fondo de pantalla, pero terminaste firmando un pacto con Redmond. Querías apagar el sistema, y él te dice que hay “actualizaciones pendientes”. Claro, porque el verdadero dueño siempre tiene la última palabra.
Pero tranquilos: hay una salida.
Se llama software libre. Es ese lugar donde todavía podés prender la PC sin pedir permiso, cambiar lo que se te antoje y sentir que el equipo obedece tus órdenes, no las de un asistente virtual con complejo de dictador.
Distribuciones como Linux Mint, Ubuntu o Debian son el equivalente digital de escapar del secuestro y volver a respirar aire puro. Nadie te rastrea, nadie te obliga a iniciar sesión con tu alma, y nadie reinicia tu máquina a las tres de la mañana porque “hay una actualización importante de emoticones”.
Así que sí, si sentís que tu PC ya no te pertenece, no estás paranoico: te la robaron con licencia OEM.
Y la única forma de recuperarla es simple: instalá Linux y volvé a ser el dueño de tu PC.
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Absolutamente de acuerdo.
Bill Gates es un vulgar ladrón.