El agua es la base de la vida, pero en Argentina se ha convertido también en un vehículo silencioso de enfermedad. Los contaminantes que circulan en ríos, napas y canillas son cada vez más diversos: desde químicos persistentes creados por la industria hasta agroquímicos, metales pesados y efluentes cloacales sin tratar. La gente se enferma, muchas veces sin saber por qué, mientras la política se enreda en excusas y la ignorancia se refugia en la tranquilidad del “dale que va”.
Los PFAS: los “químicos eternos” que ya están en tu cocina
Las PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas) son más de 4.700 compuestos químicos creados por la industria desde mediados del siglo XX. Su gran atractivo: repelen agua, grasa y calor. Por eso se usaron en todo lo que prometía “resistencia” y “comodidad”.
¿Dónde los encontramos?
Aunque suene lejano, los PFAS están en objetos de uso diario:
- Utensilios de cocina antiadherentes (sartenes y ollas con teflón deteriorado).
- Envases de comida rápida y delivery (cajas de pizza, envoltorios de hamburguesas, papel para microondas, bandejas descartables).
- Textiles: ropa deportiva, impermeables, alfombras y cortinas resistentes a manchas.
- Espumas contra incendios (usadas en aeropuertos, bases militares e industrias).
- Cosméticos: maquillajes de “larga duración”, cremas resistentes al agua.
- Equipos médicos y algunos dispositivos electrónicos.
En resumen: los PFAS están en la mesa, en la cocina, en el baño y en el aire que respiramos.
¿Por qué son tan peligrosos?
El apodo de “químicos eternos” no es exagerado:
- No se degradan ni con calor, agua o luz solar.
- Se acumulan en la sangre, el hígado y los riñones.
- Estudios en EE.UU. y Europa los asocian a: cáncer de riñón y testículos, problemas de tiroides, colesterol alto, infertilidad e inmunosupresión (menor efectividad de vacunas en niños).
La EPA de Estados Unidos ya redujo los límites aceptables en agua potable a niveles casi cero. La Unión Europea avanza hacia una prohibición total de su uso y países como Dinamarca y Alemania ya prohibieron su presencia en envases de comida.
¿Y en Argentina?
Acá está el contraste: Argentina no tiene ni normativas ni controles sobre PFAS.
- No aparecen en los estándares de agua potable.
- No se controla su presencia en envases, textiles ni cosméticos.
- No existe una campaña pública para advertir a la población.
En 2022, un equipo del CONICET detectó por primera vez PFAS en el Río de la Plata, con concentraciones de hasta 27 ng/L en la zona del Riachuelo. El hallazgo pasó casi desapercibido.
Mientras el mundo habla de la “crisis global de los PFAS”, en Argentina la mayoría ni siquiera sabe que existen.
Agroquímicos, metales y arsénico: el cóctel cotidiano
Más allá de los PFAS, hay contaminantes mucho más estudiados y todavía más graves:
- Agroquímicos y metales pesados: en Santa Fe se hallaron 30 pesticidas y metales en la cuenca del río Salado. En Pergamino, la Justicia determinó que el agua no era apta tras encontrar 18 pesticidas en escuelas rurales.
- Microplásticos: en el Riachuelo y el Reconquista se midieron en promedio 241 partículas por litro, que terminan en peces y en nuestras mesas.
- Arsénico natural: en Tucumán y gran parte de la región Chaco-Pampeana, el agua subterránea supera hasta 100 veces el valor recomendado por la OMS, generando un riesgo crónico de cáncer de piel, vejiga y otros órganos.
El resultado es un cóctel químico que afecta la salud pública y la biodiversidad, pero que rara vez aparece en la agenda política o en los noticieros.
Tucumán y los efluentes cloacales: el problema a cielo abierto
En Tucumán, a la contaminación por arsénico y agroquímicos se suma un drama estructural: los efluentes cloacales.
- La red cloacal está colapsada. Los desbordes son habituales en barrios de San Miguel de Tucumán, y en muchos sectores directamente no hay cloacas: los líquidos van a zanjas y canales.
- Estos efluentes, junto con los desechos de ingenios y citrícolas, terminan en el río Salí-Dulce y en el embalse de Río Hondo.
- Investigaciones de la UNT y el INA hallaron altos niveles de coliformes fecales, virus, nitrógeno y fósforo, provocando floraciones de algas, mortandad de peces y riesgos epidemiológicos.
- El dique El Cadillal, que abastece de agua potable a gran parte de la provincia, también recibe aportes contaminados.
El resultado es simple: el agua que debería sostener la vida se convierte en un transmisor de enfermedad.
La política de la indiferencia
El problema del agua en Argentina no es solo técnico: es político y cultural.
- Político, porque falta inversión en cloacas, plantas depuradoras y monitoreo ambiental serio.
- Cultural, porque la sociedad tolera lo inaceptable: peces muertos en ríos, barrios inundados de líquidos cloacales o canillas que largan agua con gusto a veneno.
La ignorancia brinda tranquilidad: si nadie mide, si nadie explica, si nadie denuncia, pareciera que nada pasa. Pero la realidad es otra: la gente se enferma y muere en silencio.
Conclusión: entre el agua y la vida
La Argentina necesita una política del agua que mire más allá del próximo mandato. Se requieren:
- Monitoreo permanente de PFAS y contaminantes emergentes.
- Inversión urgente en infraestructura cloacal y plantas modernas de tratamiento.
- Control real de agroquímicos e industrias.
De lo contrario, seguiremos viviendo en un país donde el agua, en lugar de ser fuente de vida, es una sentencia lenta de enfermedad. Y todo mientras la política sigue ocupada en discursos y la ignorancia se aferra al “dale que va”.
Si te resultó útil la información, te invitamos a que dejes una colaboración, para ayudarnos a sostener el pago del hosting del sitio web, Gracias!
El asesino silencioso . Y de eso “ no se habla “ . Esto es subdesarrollo puro y duro
Es así Delia, son los temas que se barren abajo de la alfombra, aprovechando el desconocimiento de los ciudadanos en esta materia.
Me gustaría, invitar a hablar de estos temas a nuestro espacio de Debate CivicTech.
Para difundir con especialistas en este tema y lograr mayor conciencia ciudadana.
Cuenta en X @uclaargentina
Con gusto ahí te estoy siguiendo desde mi cuenta personal @PedroMihovilce1